CARBON Y AIRE: FUERZA DE IMPULSO DE UNA MAQUINA STEAMPUNK



El pequeño hombrecillo empujó una barra de carbón en la cavidad que reposaba sobre la correa de su brazo izquierdo, lo siguiente fue tomar impulso, correr, sentir el aire contra su cara y lanzarse al vacío. Un par de alas monumentales se desplegaban en su espalda, el vapor alimentaba la fuerza del aleteo que lo llevaba de vuelta a la ciudad de bronce. Él, el hombrecillo sonrió al sentir la fuerza de arrastre. Desde niño se había enamorado del olor del carbón fundiéndose, y ahora el suave golpeteo del pistón aumentando de revoluciones sobre su cintura… (Tomado de un extracto de “MAQUINAS ENFERMAS” del Señor L).

Este es un ejemplo prototípico, común y simple  de una imagen de ese vistoso género llamado STEAMPUNK (punk de vapor). ¿Y qué es eso? Es una extensión hecha de bronce, acero, humo y carbón del ciberpunk.

Vuelta atrás: como bien saben los seguidores de la CF, y para aquellos que no tanto, en los ochentas se gestó un movimiento paralelo a la ciencia ficción tradicional, que buscaba introducir nuevas estéticas y contenidos en las narraciones: menos naves espaciales y más conflictos frente a la invasión tecnológica; la obra cumbre de este movimiento (ciberpunk) fue la novela de William Gibson: Neuromante. Al mismo tiempo, como en el génesis de cualquier tipo de expresión, se iban presentando nuevas maneras de asumir las temáticas que se desprendían de nuevas historias. Visiones que disgregaban la realidad para romperla, para el caso del Steampunk, será el vapor y carbón los superconductores de una nueva estética.

La realidad que presenta el Steampunk gira alrededor de ucronías (presente histórico alternativo) donde la humanidad no ha tomado el camino de los transistores, el silicio o la nanotecnología, y discurre sobre maquinas de vapor y carbón. Un ejemplo clásico, y recurrente, se nos presenta en la película Brazil (1985), film dirigido por Terry Gilliam. Ésta es la historia que cuenta las peripecias de Sam Lowry, un hombre que pertenece a una tecnocracia opresiva. Si bien el tema no es para nada novedoso, en cuanto a la referencia política y social, si nos enfrentamos a una puesta en escena en la que aparecen adelantos técnicos de injerto en retro-tecnológia: grandes lupas que amplifican datos en pantallas ámbar, que a su vez reciben información que es revisada y transmitida por maquinas de escribir adaptadas a una red informativa, que hace las veces de pseudo-computadores. Una variación de este tema y del mismo director, la encontramos en Doce Monos. Un referente comercial de este tipo de estética la encontramos en la película animada Atlantis.

Bien, lo anterior es una reseña corta y de ambientación, con el propósito de mostrar que el Steampunk, está presente en forma e imagen en nuestra memoria. Ahora vamos a la literatura.

Como género, su desarrollo maneja componentes similares a los del ciberpunk y la ciencia ficción tradicional: una creciente inconformidad de individuos frente a lo que se presenta socialmente, viajes en el tiempo, portales entre dimensiones paralelas, etc. El plus de ganancia que nos entrega el género es la estética, las historias suelen ser una mezcla de nuevo romanticismo envuelto entre tubos, correas de acero y maquinas impulsadas por vapor de carbón.
Un primer caso que podríamos citar en cuanto a lo literario es La Maquina del Tiempo del H.G Wells, escrita en 1895 que da cuenta de un hombre que viaja en una maquina hecha de metal, cristal de roca y marfil. Este es el ejemplo más usado para dar una explicación de los orígenes del género; sin embargo hay una novela rusa de poca difusión llamada Estrella Roja, escrita en 1908 por Alexander Bodganov, considerado el padre de la teoría de los sistemas. En su novela, que para el momento, no puede ser considerada más que una obra especulativa de anticipación se nos presenta una Rusia que viaja a Marte y en la que las góndolas voladoras y el video-teléfono de injerto hacen el marco de una de las historias precursora de la fisión nuclear.  Será este tipo de imágenes las que construirán el futuro y el presente de este paralelismo literario en las entrañas de la Ciencia Ficción.
Lo siguiente es la pregunta de: ¿Qué fue primero el vapor (steam) o lo cyber? Al revisar los antecedentes del género, nos encontramos que sus orígenes tienen que ver con el desarrollo tecnológico que se presentaba en el momento de la escritura de las historias, bien sea en tiempos victorianos o los que antecedieron a la revolución industrial. La historia de la literatura de la ciencia ficción se funde en un viaje circular en la espiral del tiempo, en el que las maquinas de vapor aparecieron primero, para que décadas más tarde un grupo de cowboys de la consola enciendan los interruptores para  darle vida a ese maravilloso mundo recreado entre hombres de grandes alas de acero y relucientes artilugios de bronce y cuero.

Señor L

A continuación una corta bibliografía de obras Steampunk que recomendamos para su lectura:
-          Estrella Roja. A. Bodgánov.
-          La Máquina Diferencial de B. Sterling y W. Gibson.
-          Las Puertas de Anubis. T. Powers.
-          Los Relojes de Alestes, V. Conde.
-          La Trilogía Steampunk. Paul di Filippo
-          Lord Kelvin’s Machine  James Blaylock
     

   

2 comentarios:

Cesar Mauricio Heredia dijo...

Luego de leer la descripción de lo que es Steampunk, me parece que "Las Puertas de Anubis" no entraría dentro de esta clasificación, pues se trata de una mezcla de fantasía (magia egipcia) con viajes en el tiempo, que no me parece que encuadre en lo descrito en el artículo. Me gustaría saber si son de otra opinión. Por otra parte, este libro es recomendadísimo, a mi me gustó mucho.

Proyecto Giroscopio dijo...

Creemos que es un asunto más de estética que de historia, Las puertas de Anubis se desarrolla en medio del ambiente del siglo XIX, esa es la razón principal de su catalogación. Sin embargo etiquetar X o Y obra resulta un tanto limitante, no es necesario; se nombra esta obra como un ejemplo de eso que el establecimiento tiende a estamparle una etiqueta, y que de alguna manera permite su reconocimiento. Si bien no es lo más apropiado, ayuda en el reconocimiento y clasificación. Muchas gracias por el comentario. Y si, es una maravillosa obra.

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