Palabras, conexiones, ojos, ciencia ficción y Verfremdungseffekt.

Somos palabras. Somos conexiones. Somos –sobre todo- ojos.
Esto no es nuevo. En 1983 el escritor Ítalo Calvino escribió un libro llamado “Palomar” en el cual narra las perspectivas y comentarios de un personaje que es (literalmente) un ojo. Calvino reflexiona a partir de su personaje desvaneciendo las acciones al mínimo y manteniendo una estructura tripartita compleja e intrincada. Pero lejos de eso, quisiera resaltar del texto cómo actúa la mirada sobre los objetos: el proceso (la mirada como fenómeno) se ha convertido en algo nuevo, fascinante, extraño. 
Y aquí aparece una nueva palabra que puede guiarnos hacia una propuesta de escritura: “extraño” (calma, ya llego a la ciencia ficción). Revivamos nuestra historia: cuenta la leyenda que Galileo Galilei (padre de la astronomía moderna) estaba en la catedral de Pisa cuando ocurrió un temblor. Mientras todos los feligreses salían despavoridos de la catedral (se ve que no tenían tanta fe) Galileo se quedó estupefacto viendo una lámpara moverse en el techo de la catedral. Lo fenomenal de todo el asunto es que Galileo se sorprendió de algo aparentemente común y entendió, a partir de esa lámpara “normal”, cómo funcionaba el movimiento y desde ahí extrajo la “ley del movimiento pendular”. Esa anécdota la retomaría Bretch para sacar una teoría del teatro que llamó (impronunciable para mí) “Verfremdungseffekt” o distanciamiento, que de manera reduccionista se puede explicar como: tomar distancia crítica. La propuesta la retomo y me gusta explicarla mejor como: nunca dejar de tener la mirada de un niño: sorprenderse al mirar una margarita.
Si pensamos en negativo (buscando los antónimos de esta “sorpresa infantil”) no puedo evitar caer en la palabra “naturalización”. Hay un punto de pérdida de la sorpresa en la que  las cosas se vuelven comunes y naturales. Los noticieros, las novelas, la literatura, las artes en general, han caído en Colombia en el círculo maldito de esa naturalización. Citando uno de los diálogos de “Waking life” (película de Linklater) “los medios muestran un cuadro triste pintado todo como tragedias humanas. Pero la función de los medios no es eliminar los males de la sociedad, ellos nos inducen a aceptar esos males y a nos acostumbran a vivir con ellos”; y además de los medios añadiría: “alguna literatura”. 
Cansados de la literatura fácil de narcotraficantes, políticos y pobreza; los escritores “deben” (más que una petición, es una obligación) buscar medios con características contraculturales que permitan tomar de nuevo esa distancia crítica propia del arte. Escribir con una sorpresa que permita crear ese Verfremdungseffekt necesita de un caldo primitivo del que surja la vida renovada. Considero a la ciencia ficción como uno de esos caldos de cultivo (no el único, pero sí –para mí- el más atractivo) desde donde la literatura en Colombia puede renacer (según los medios -de nuevo esa palabra-, estamos en uno de los momentos más luminosos del arte en Colombia. Para este humilde servidor, estamos frente a un cadáver controlado por animatrónics llenos de snobismo). La ciencia ficción como posibilidad crítica: así lo entendieron latinoamericanos como Oliverio Coelho al hablar de la pobreza en Argentina, así lo entendieron los guionistas de “Gen Mishima” para hablar de la juventud chilena, así lo entendió Federico Laresgoiti (2033) para hablar del PRI en México, igual que el colombiano Oscar Campo con “yo soy otro” o el peruano Federico García con “El Forastero” (podríamos seguir nombrando “la sonámbula”, “querido sol”, “adiós querida luna”, “Moebius”; pero no alcanza el espacio).
Así observemos aquello que nos rodea (como lo propone Señor. L), tengamos una distancia, una mirada infantil: hablemos de nosotros –quizá ya fue demasiado mirar hacia el norte en la ciencia ficción, no vendría mal un espejo-. Y así, en el movimiento contrario al inicio de este escrito: quitemos el velo de la cara y Seamos ojos; conectemos esas visiones en una estructura lógica y Seamos conexiones; convirtamos esas propuestas en literatura y Seamos Palabras.
Señor A.

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